sábado, junio 28, 2008

Secreta-mente


Para mí
Es el poema que te escribo

Que me provoca espasmos de ansiedad

Mientras cuento los botones de tu blusa

Y me hago el huevón frente a tu ausencia



Para ti
Son las líneas que te cuelgan de los ojos

Que se convierten en palabras inútiles

Esas que se retuercen con mi presencia

Y no te dejan contar los botones de mi camisa



Para ellos

Cuelgo dibujitos de colores en la ventana

Y tú dibujas las cortinas transparentes

Y entre ambos sacudimos los secretos

Que se diluyen sin ser vistos



Para nosotros

Queda el sabor dulce

De-tenernos

Sin-tenernos

Secreta-mente

Nuntucket, Santiago de Chile

jueves, junio 19, 2008

Tus ojos y tu mirada,

el código secreto

que sólo tu conservas

y nadie se anima a saber.


Tus ojos son el mensaje

que detienen el recorrido prohíbido.


Y esta vez no te miraré de frente, para que

no te encuentres en mi lista de cosas pendientes... de olvidar.

martes, abril 29, 2008

DUELE...


Hoy no duelen los recuerdos, duelen las ausencias, las sonrisas huérfanas, las miradas sin cuencas, las tertulias sin vino y las caricias en los pies de las hojas secas.

Duele vivir sin sello en las cartas, sin libros dedicados, sin fotografÍas sepia, sin parches pegados de cariños; con las tardes vacÍas, con mañanas grises repletas de sol, con noches sin luna; duele el sabor sediento y rancio de la resaca.

Hay corazones que eternamente se buscan en la distancia, impulsados por la misma milagrosa fuerza que mantiene a los planetas flotando alrededor del sol, impidiendo que choquen y se fundan en uno; condenándolos a vivir unidos aunque separados, como por una especie de cadena invisible.

Esa misma fuerza me mantiene pegado a tí, sin poder alcanzarte, hasta el fin del tiempo.

Hoy no duelen los recuerdos, duelen las ausencias y las caricias en los pies de las hojas secas.

lunes, marzo 03, 2008

Amigos de la pagina Cuentos.net





Nos reunimos en Chile este verano 2008 los amigos cuenteros, disfrutamos de unos traguitos, la buena conversa y la maravillosa visita de Josef que vino a recorrer y conocer el sur de nuestro país. En las fotos, la negra chilena, Arianna, Josef, Sergio y yo.

viernes, enero 04, 2008

PROMESAS DE AMOR


Promesas de Amor...
Colinas de fuego
llanos y alientos abrasadores,
cimas tortuosas, senos turgentes de hojaldre y miel transparente.

Espacios eternos de amor sinrazón.
Sabias promesas
sobre las que desplazarse
mediante zarpazos de lealtad ciega y suave.

Giros, quiebros, caídas...
hacia una sima
sembrada en vahídos de mágica dulzura
entrecortada e inaprensible.

Besos, como certeros
disparos al corazón.
Abrazos turbios
diseñados para sobrevivir...

Divisas de vida, espacios fugaces,
suplicios lentos e indoloros.
Placeres finitos con término ilícito
limitados de esfuerzo ilimitado.

Caricias insertas en galaxias
de espíritus ajenos.
Ojos, cual soles cegadores
de afecto y devastación.

Puentes tendidos, entrelazados
y sin embargo, confusos.
Tortas y tartas de capitulación;
abrazos, llantos, desmoronamientos...
Promesas de amor.

Miradas que dictan decretos
sin miramiento
al compás de intervalos sedientos.

Contornos de figuras torcidas
o tal vez... ¿sublimes?
se estremecen en campos de fango irrisorio.

Noches de estelas translúcidas
brillan carentes de estrellas
donde nunca existió el firmamento.

Arroyos con vibración a poema
atruenan en las cortadas
repican estrofas y campanadas.

Amores, dignos o indignos
fugaces o en fuga, de acierto Divino
con cierto talante
incierto montante y apego al sosiego.

Amores, en cuyo fingido rever
sola hermosura hecha ternura
teje sin rienda y sostén
temores que disfrazan en vanas profecías
promesas de amor...


EL CIELO CIERRA A LAS CUATRO

Doña Guadalupe era una mujer de edad madura que desde el año nuevo se había vuelto loca. Esta anciana no era como esas personas que de vez en cuando tienen sus momentos de lucidez, sus relámpagos de formalidad, sus períodos en los que traban sus razonamientos con una concatenación tan perfecta y tan ajustada a los cánones de la escolástica que sus parientes acaban más confundidos que antes y se cuestionan si aquel hablar con tanta propiedad no sería un síntoma más de la enfermedad.

No. Doña Guadalupe era loca a tiempo completo. Loca profesional. Loca consecuente con su compromiso de mantener una férrea, prolongada, sistemática y total oposición a la razón.

Y aun dormida era loca, pues según cuentan sus vecinas, sus sueños e incluso sus pesadillas eran insanos, es decir cuerdos, porque todo el mundo sabe que los locos sueñan al revés, tienen sueños correctos, no disparatados, fragmentados o surrealistas como los que tenemos la gente que presumimos de juiciosos y reflexivos.
Los locos ¿quién ignora esto? sueñan historias con principio, nudo y desenlace como debe ser una historia bien contada. La única anomalía que un purista del inconsciente podría encontrar en el sueño de los orates es que se desarrollan hacia atrás, comenzando por el desenlace, finalizando en el preámbulo y en colores complementarios. Donde debería aparecer un azul se ve un rojo, y los verdes de las colinas están teñidos de un anaranjado eléctrico sin que nadie sepa quién les ha enseñado la rueda cromática con tanta precisión.

Doña Guadalupe no siempre fue así, ni su locura fue progresiva, como es lo usual en casi todos lo casos en que se comienza por ligeros deslices del pensamiento hacia un lado de la calzada y se termina por una franca carrera a campo traviesa por el ancho mundo de la sinrazón y la evasión total. No. La anciana se volvió loca de golpe y porrazo como si una mano inmisericorde le hubiera accionado el interruptor del entendimiento y apagado la luz de la inteligencia por falta de pago y sin previo aviso.

Aquel fatídico día se levantó a las cinco y media, malhumorada y quejumbrosa como todos los días, encendió la radio y desplazó la aguja del dial hasta la estación de las rancheras madrugadoras.

Acababa de entonarse escuchando a Los Tacuacines del Norte y con ese fondo musical rural y campirano murmuraba sus oraciones de costumbre, tan aceleradas y automatizadas que se habían vuelto ininteligibles, aún para ella misma, y se disponía a bregar con los quehaceres de otro día más.

La cosa pasó a media tarde, mientras escuchaba las noticias y fue algo repentino como cuando a uno le da un piquetazo en las costillas y no le dio tiempo ni siquiera de recoger la ropa tendida ante la inminencia de la tormenta. Simplemente a Doña Lupe se le disparó el fusible de la cordura y se cortocircuitó de por vida.

Su capacidad, de la que presumía más o menos abiertamente, de mantener una actualizada información sobre los asuntos sociales y los movimientos de la izquierda se esfumó, se declaró subversiva de la lógica y se fugó ilegal y sin documentos al país del nunca jamás. No escucharía más los anuncios gritados por locutores fingidamente entusiasmados. No habría más radionovelas con actrices lloronas entrampadas en dramas de emociones primitivas y sin control, no más preocupaciones por el costo de la vida ni por el resultado de las campañas electorales.

Esas cosas, como las oscuras golondrinas que aprendieron nuestros nombres, ya no volverían. Quizá porque ella no tenía balcón, ni enredaderas, ni cristales en la ventana, sino simplemente un cuadrado de luz menguado al mediodía por una cortina de tela para mantel.

A partir de aquel día se graduó de incoherente, fue vecina del disparate y confidente de lo absurdo. Y por qué no decirlo, aparentemente también fue feliz en ese mundo misterioso y desconocido a donde ingresó sin bombos, platillos, alfombra roja ni papeles.

Según cuentan aquellos que especulando aciertan con más tino que los científicos que presumen de pronosticar si lloverá hoy por la tarde, la causa de su locura fue la noticia de la muerte de su único hijo, abatido por los caza inmigrantes mientras trataba de ingresar clandestinamente al país de los que se autodenominan dueños del sueño americano. Como si del río Bravo para abajo no fuéramos americanos –más que los importados de Irlanda – y no tuviéramos sueños, más lúcidos y fulgurantes que las luces de Las Vegas.

No me costó dar con su dirección. Encontré a la anciana sentada en medio de su pieza con la mirada fija en el piso, ocupada en descifrar con tozuda concentración el misterio de aquel cuadrado de sol que se había resbalado desde la ventana. No se volvió para mirarme cuando entré ni dio muestras de curiosidad o de temor cuando arrimé la única otra silla.

Contra toda opinión especializada, algo me decía que aquella anciana me entendería, y que mis palabras descenderían fluidas y luminosas hasta los recodos de su mente. O quizá más bien ese era mi deseo.

Loco yo por intentarlo, loca ella por definición, lo peor que podría suceder era que perdiera una tarde, lo cual, después de todo, no sería una pérdida teniendo en cuenta que estaba cumpliendo la voluntad de un moribundo. Y aunque mi sentido común me tildaba de inconsecuente, igual comencé a hilvanar mi historia como comienzan casi todos los que no saben por donde empezar, con una excusa, que si bien no es creíble para nadie, al menos nos da pié y entrada en la conversación.

-Bueno... Verá Doña Guadalupe... en realidad yo debería haber venido hace algunos meses. Pero usted sabe, el trabajo, las diligencias, en fin, una cosa fue tirando a la otra y las semanas fueron pasando...Vacilante me detuve esperando encontrar en aquel rostro saturado de indiferencia alguna señal de entendimiento que nunca vino.

- Lo importante es que ya estoy aquí, no es cierto? Verá, yo soy reportero. Si, persigo noticias. Donde hay un barullo, ahí estoy yo con mi cámara y mi libretita - Sonreí de lo que yo consideré un chiste, y acerqué más la silla - El caso es que hace seis meses me encontraba haciendo un reportaje sobre los peligros que corren los que atraviesan la frontera ilegalmente, cuando a eso de las tres y media de la tarde fui testigo del asesinato de un joven que infructuosamente trató de... Bueno, usted sabe, de cruzar al otro lado.

Moribundo, sacó de su bolsillo esta carta dirigida a usted y me hizo prometer que la entregaría personalmente. Lamento no haber venido antes, pero… bueno, aquí la tiene.

La anciana, como llegando de una tierra fantástica poblada de duendes, mágica, lejana, gris y escondida entornó los ojos. Una estrella fugaz de inteligencia cruzó el firmamento oscuro de sus pupilas y se perdió en el horizonte de su indiferencia.

Sin prisa, tomó el sobre, lo rasgó, sacó la carta y la leyó.

Contrariamente a lo que cualquiera esperaría, Doña Guadalupe sonrió y mirándome con ternura como si estuviera viendo a su propio hijo, preguntó:

-Dice usted que mi hijo murió a las tres y media de la tarde?

-Si… El sol todavía estaba muy alto…

-Bien, me alegro por mi Juancito. El cielo cierra a las cuatro.

zepol

lunes, octubre 22, 2007

TU


Te pienso mientras canto.

En la cocina te pienso

Y te apareces en la cebolla

Nadie sabe el secreto, pero el sabor de mis comidas está impregnado de ti.


Te pienso cada día y tu recuerdo se cuela entre zanahorias, verduras y música.


Trotskki


SANTIAGO, CHILE

CURIOSIDAD O UN GATO ADICTO


La botella azul con los fulgores del sol cambiaba de color.

El gato la olisqueó cauteloso y un aroma dispersó por la nariz.

Con la zarpa la frotó.

Percibió un deseo escondido.

Decidió asomarse a la boca del recipiente.

Vio su nacimiento, y la destrucción de sus seis vidas; angustiado quiso desviar la mirada, mas, un tranquilizador coro lo relajó hasta el sueño.

Cuando despertó era un capullo y sobre él las arañas cantaban y tejían.

La botella era un sol negro.
Sendero
MEXICO

PECORA MALA HEMBRA


Esta tarde quiero construir un laberinto

Para perderme de mi mismo y olvidarte

Doblegar el fiero grito del instinto

Que me arrastra hasta el fogón de tu baluarte.


Sacar agua del brocal de mi entereza

Y apagar la remembranza de tu abrazo,

Escaparme del penal de tu belleza

Y no dejar de tu recuerdo… ni un pedazo !
zepol
El Salvador

sábado, septiembre 01, 2007

YO LO BAJÉ DE UN HONDAZO A JUAN SALVADOR GAVIOTA

Yo lo bajé de un hondazo a Juan Salvador Gaviota. Pero no sirve para comer. Bicho de porquería, estaba flaco, desnutrido. Y que querés, si se dedicaba a pensar estupideces en vez de buscar algo para picotear y echar al buche como el resto de sus parientes. La poca carne que tenía era fibrosa y dura, y que querés, si se pasaba todo el día volando. Ya le había hecho vicio eso del vuelo y para mí que no lo podía dejar, iba y venía de acá para allá como un loco, andaba dale que dale con el aleteo y con eso de subir cada vez más arriba, si claro, no va a ser subir cada vez más abajo, imbécil, diría mi vieja si me oyera. El asunto es que cuando no daba más, se largaba en picada, cerraba las alas así, como Batman ¿viste? y se dejaba caer, y desde allá se venía con toda, echando putas, ¡Hablá bien animal!, diría mi vieja; se venía echando mujeres de mala vida, directo al suelo, yo creo que desde más alto que los aviones, como una flecha, y cuando se estaba por estampar, levantaba la cabeza y hacía una u y se iba para arriba de vuelta. Como para que no tuviera así las plumas, todas deshilachadas, medias reviradas, como chamuscadas, vos vieras, se le salían solas cuando lo pelaba, yo le calculo que debe haber ido como a ciento veinte el muy bestia, y yo desde acá, le tiraba una pedradas bárbaras con la gomera, pero andá a pegarle, ni si sos brujo. Me pasaba todo el día apuntándole y el resto de los presos se mataban de risa y me hacían burlas. Hasta que lo busqué bien abajo, justo cuando estaba haciendo la u, y ¡fa! le tiré con una piedra de esas chatitas, de esas que son buenas para hacer sapitos en el agua pero que no sirven para hondear, con una de esas, mirá vos, quien lo hubiera dicho ¿no?, le di con toda, a unos veinte metros, lo hice mierda ¡Andá laváte la boca bestia! ¡Parece que yo no te hubiera enseñado a hablar bien! diría mi vieja si me oyera; lo hice necesidades, se escuchó un pum y saltó el plumerio, y el Juan cayó en seco ahí nomás, ni tiempo para pensar sus últimos pensamientos debe haber tenido. Ohhh ¿sabés qué?, yo no lo podía creer, los días que me habré pasado ahí agachado, quieto, medio acalambrado esperando tenerlo a tiro; estaba loco de feliz... ¿Sabés que fue lo único que me falló?, que el piedrazo se lo pegué acá, entre el ojo y el pico, y se le reventó la cabeza, y para todos lados se le volaron los sesos, que era justo lo que más me interesaba; yo los quería cocinar y probar que sabor tiene eso de la libertad.

MAC RIANO

AL OTRO LADO DEL ARCO IRIS


De repente volteaste por sobre tu hombro y pronunciaste mi nombre.-

¿Me olvido algo?, me preguntaste con un tono ligeramente triste.

Revisé entre mis cosas y encontré tu gorra favorita, esa que es toda de lana y te hace la cara redonda como una manzana.- Llevala, te dije decidida.

Seguí buscando entre mi bagaje de recuerdos y encontré una hoja amarillenta con un garabato que parecía un ovillo de lana.-

¿Te acordás?, pregunté iluminándote con una sonrisa. Era el camino para llegar al otro lado del Arco Iris y era nuestro secreto.

Te lo di, sabía que lo ibas a precisar para no perderte en la bruma blanca y espesa, esa por donde transitan las almas que deambulan inertes, grises y vacías.

Junto con el plano para atravesar el Arco Iris te di un manojo de flores secas, que habíamos juntado una tarde de primavera que ya no recuerdo.

Me preguntaste si tenía frío, pero el frío llegaría mucho después.

Por último puse entre tus manos una linterna, que al reflejarla en la pared dibujaba una estrella fugaz, era un regalo tuyo de una Navidad no muy lejana.

Nos abrazamos fuerte, te costaba dejarme allí, sola al costado del camino. Abriste mi plano garabateado y comenzaste a caminar, hasta que el horizonte te convirtió en un punto casi invisible.

El tiempo pasó y sabía que no ibas a volver, pero cada noche te busco, me asomo por la ventana y una lluvia de flores secas cae sobre mí al tiempo que una estrella fugaz me guiña el ojo cómplice, como diciendo:

- Acá estoy, finalmente llegué.


Dedicado a mi viejo.


LAURA

SANGRE VENCEDORA


En la oscura soledad de tu baldaquín meditas concentrado. La hiperestesia de tus sentidos te trae a la conciencia cada uno de los estímulos de tu cuerpo. Escuchas tan claro como si fuera un torrente de montaña el fluido discurrir de tu sangre en el cauce azul de tus venas. Observas que por ellas deriva el caudal antiguo de todos tus antepasados, su herencia de siglos, sus potencialidades y sus deficiencias, sus genes mezclados y recombinados en una indescifrable receta como vino elaborado en barricas de ocultas catacumbas.


El incomunicado ensimismamiento de meses te ha potenciado al máximo la mente y el cuerpo. Como guerrero de las llanuras griegas en competencia, tu desnudez es protegida sin más que por el escudo de tu entereza y tu determinación.


Pero basta. Llegó la hora.


Te alzas en la tibia penumbra de tu pabellón resguardado y te acercas al puente tendido en el desfiladero que une tu orilla segura con el farallón inexplorado. Tu misión se alza gigantesca ante tu pujanza y las sombras se preguntan si serás capaz de rebasar el puente solo, pues como gaviota en alta mar, a partir de este momento dependes de ti mismo.


No vacilas.


Pones el pié en el inicio del puente colgante y éste cimbra sobre el vacío. La noche por compañera y la oscuridad como soporte de tus pies, avanzas.


La lucha comienza.


Bruscamente, a borbollones, extrañas fuerzas erupcionadas de todo el entorno zarandean tu cuerpo, oprimen tu carne y paladean tu temple de guerrero.


Tambaleas, pero insistes y acometes con añeja y familiar hidalguía. Cada paso lo registras más pesado, la resistencia más violenta y despiadada, el aliento más escaso y limitado. Tu cuerpo invierte sus energías en la justa medida pero al final languidece.


No así tus ánimos.


Sabes que puedes hacerlo y en lo íntimo de tu ser escuchas ya las campanas de la victoria. Las fuerzas que te oprimen con saña no hacen sino acrecentar la intrepidez de tu espíritu, forjando nuevos bríos ahí donde ya no queda sino flaqueza. Y cuando llegas al límite de tu resistencia, das el paso final, el definitivo.


Una luz cegadora te envuelve, el viento helado azota tu rostro y un ambiente hostil te golpea inmisericorde el cuerpo.


Pero has vencido.

Llegaste.


Un grito de victoria se escapa de tu garganta y se prolonga en el tiempo.


Naciste.


¡ES UNA NIÑA!

OSCAR LOPEZ GUERRA

EL DON


Nací con un don que me ha dado en la vida, más de un dolor de cabeza, pero como yo no lo pedí y nunca podré deshacerme de él, decidí hacer lo posible por vivir normalmente. Estudié Ingenieria Química y empecé a trabajar apenas pude, me hice vendedora de produtos farmacéuticos y después llegué a gerenciar una pequeña compañía de químicos; en este puesto y quizás por la dedicación que entrañaba, estuve tres años sin que "mi percepción" se activara, durante ese tiempo dejaron de invadir mi cabeza los pensamientos de otras personas. No, no soy capaz de leer la mente de la gente a voluntad, sólo sucede algunas veces y generalmente hay un motivo, como en el caso de Chuchón.Chuchón era el mandadero de la oficina, sin embargo sus papeles decían que era capaz de manejar varios programas de computación sin problema. Era un muchacho invisible para mí hasta que empecé a escuchar sus pensamientos. Me tomó un par de días darme cuenta de donde venían, al principio los confundí con los de Edgar, el más viejo de la oficina, hombre amargado al que estabamos a punto de jubilar por su mal carácter.Pobre Chuchón, su culpa era grande, no vivía en paz hasta que llegaba la noche y se entregaba al sueño sanador. "Criatura incapaz" se llamaba a sí mismo y pasaba los días llenándolos de soluciones sin sentido, de penitencias incumplidas; fustigando a cada momento su inconciencia e incapacidad. Me bastaba mirarlo para escuchar sus monólogos mentales. Lo veía ir y venir llevando papeles, café, galletas y haciendo toda clase de mandados eficientemente, sin sonreir, mirando apenas a los que obedecía. El trajín de la oficina lo mantenía en un trance hasta que a la hora del almuerzo, su hambre lo devolvía a la realidad. Un día, cansada de escuchar su tortura diaria sin saber exactamente porqué, decidí hacer algo.- Miguel, ¿verdad?- Sí, señora...¿qué se lo ofrece?- ¿Almorzaste?Contestó que sí mirando el suelo, sus manos se juntaron esperando la orden, pero en su cabeza no podía creer que lo hubiera llamado por su nombre.- Necesito que me ayudes a pasar estos datos a la computadora.- Yo, no..., ah...No le di tiempo para que continuara hablando, puse los papeles en su mano y lo llevé frente al computador. Se sentó dócilmente, le expliqué que quería, mientras tanto en su cabeza sólo resonaba: "ella necesita mi ayuda". Lo dejé sólo. Más tarde me acerqué a él y escuché sus pensamientos: "yo puedo, yo puedo, yo puedo...". Tenía una sonrisa que no le conocía. Después de ese día las cosas mejoraron para él, rondaba mi escritorio buscando que lo llamara, hasta que se convirtió en mi asistente. Dejé de oir sus pensamientos una mañana cuando vino a pedirme permiso para salir más temprano porque tenía un compromiso.Si bien nunca llegué a conocer el motivo exacto de su comportamiento, las cosas mejoraron cuando le dí una oportunidad, creo que se sentía culpable por no ser capaz de dejar la monotonía de su existencia.No siempre se arreglaban tan bien las cosas y hube de padecer iniquidades en manos de aquellos a los que pretendía ayudar, pero de eso me ocuparé otro día.

jueves, agosto 09, 2007

PENSAMIENTOS




Aún no asoma el sol.

La arena está fría. No hay nubes en el cielo. De cuando en cuando llegan a la orilla de la playa pequeñas olas que rompen el silencio profundo de las seis de la mañana.

El aire está en calma, nada se mueve. Sobre rocas cercanas un grupo de gaviotas se prepara para salir a buscar su alimento cotidiano.

Sobre la arena mojada y dura, a unos cuarenta metros de la carpa, observo una gaviota entretenida en un juego que he presenciado en otras playas y que no deja de maravillarme: se eleva quince, veinte metros, en su pico lleva una almeja que deja caer a la arena y baja. Vuelve a cogerla y elevarse; repite la operación hasta que la almeja se abre. Come con apuro pues sabe que otras gaviotas vendrán ruidosas a disputarle su presa sin haber hecho esfuerzo alguno… me pregunto qué parte de su minúsculo cerebro le dice que tiene que golpear al bivalvo para que se abra y comerlo, ya que difícilmente podrá abrirlo sólo a picotazos.

Lleno una tetera con agua que mantengo en un bidón, enciendo un anafe a parafina y espero que el agua hierva para el primer café del día.

Miro la carpa. Está mojada con el rocío que dejó una noche despejada, llena de estrellas y de silencio ocasionalmente roto por los ladridos apagados de algún perro. Gotas de agua resbalan por sus costados y los cordeles que la afirman en la arena.

Comienzo a preparar lienzas, anzuelos y carnada para procurarme el almuerzo y la cena de hoy. A pesar que hay días que no pican y debo conformarme con las almejas que abundan en esta playa, no me quejo ya que otros días tengo premio en uno y a veces hasta en dos anzuelos.

Para el fuego no faltan palos, cochayuyo y algas secas; cuando escasean me voy al pueblo distante cuatro kilómetros donde consigo envases de cartón, cajones rotos de madera y carbón para cocinar, y parafina para la lámpara con que me alumbro cada noche para leer y escribir.

Y por supuesto, el amigable compañero que es el vino tinto, no me importa mucho que sea Sauvignon, Merlot o Carmenere, igual me calienta los huesos y anima mis sesos cuando después que se pone el sol, la arena entrega al aire casi todo el calor que recibió del sol durante el día y el ambiente se enfría rápidamente.

He observado que cerca de las diez de la mañana, cuando amanece despejado, el viento sopla fuerte. También sé de dónde vendrá y hacia dónde irá.

El ciclo no se interrumpe. Es eterno. Es la Naturaleza que aplica sus leyes al escuchar el llamado que le hace la cordillera, a la cual con el correr de las horas del día y el calor del sol, se le fue el aire que estaba sobre ella hacia el infinito dejando un enorme vacío que la Naturaleza, que aborrece el vacío, se apresurará a llenar ordenándole al aire que está sobre el mar que se ponga en movimiento y se vaya a la cordillera a llenar ese vacío para así cumplir con una de sus leyes básicas.

Es así; fue así cuando por ésta y muchas otras playas transitaban hace muchos siglos los "changos" en su lucha por la existencia, y seguirá siendo así. El hombre no podrá cambiarlo. Tendría que modificar las leyes de la Naturaleza.

El conocimiento científico, basado en siglos de observación, me permite recrear este cuadro.

Recuerdo la lectura de la Biblia sobre la vida de ese Hombre hace dos mil años, a bordo de una barca que pescaba en el Mar Muerto y que estaba a punto de naufragar en medio de un temporal desatado de viento que llenaba el bote con agua y aterrorizaba a los pescadores que le acompañaban.

Le bastó extender sus manos y el viento cesó de soplar. El temporal terminó.

Cómo entenderlo. Confieso que es mi falta de fé lo que me impide comprender y aceptar este milagro. Sin embargo, respeto a aquellos que dentro de su religiosidad son dueños de una fe sólida y lo aceptan como una demostración más del poder ilimitado de aquel Hombre.

AMURA
EDUARDO LLANO ECK
CHILE
http://www.loscuentos.net/cuentos/local/amura/

miércoles, julio 11, 2007

LA RESPUESTA DE LA ABUELA EMILIA

La abuela Emilia debió vivir, muy a su pesar, el evento de la minifalda.
Este hecho revolucionario en los hábitos y costumbres de las mujeres de casi todo el mundo, partió de una intuición fulgurante de su creadora, la inglesa Mary Quant, allá por los inicios de la década de los sesenta del siglo recién pasado.
Muchas cosas cambiaron con esa explosión visual, de la noche a la mañana, de un tercio de muslo femenino paseando por calles y plazas.
Desde precoces adolescentes a irreducibles viejos verdes, el universo masculino vibró como una sóla cuerda sensual, aprobando, casi, a la unanimidad la nueva y audaz moda.
No fue, en absoluto, el caso de la abuela Emilia, que con sus orgullos ochenta y tantos años, de pura cepa castellana, combatió en todas las sedes posibles la llegada de la minifalda, que consideró el comienzo del desmoronamiento absoluto del pudor, además de una clara artimaña de Belzebú.
Considerando que en los tiempos de los padres de la abuela Emilia las mujeres más audaces dejaban ver sólo el tobillo, que poseía una carga erótica impresionante para los jovenzuelos de entonces, y el pasaje a la exhibición de media pantorrilla ocurrió durante la generación de la abuela. Entonces, llegar al casi medio muslo desnudo, era decididamente demasiado para su mentalidad
Ella, que usaba largas polleras, enaguas, refajos y etcétera, en fiel respeto a los usos y costumbres de los inicios del siglo XX, y que prefería colores en tonalidades de un severo marrón viudo, no podía aceptar esta moda insólita e incomprensible, escandalosa y desvergonzada –decía.
Corrían estos tiempos cuando la abuela Emilia fue a pasar un verano a la capital, donde uno de sus innumerables hijos; porque la abuela Emilia tuvo doce hijos, y el padre de ellos fue tan malo como Satanás –decía- y la abandonó con toda esa parvada de chicos, después de haberle vendido gran parte de sus tierras.
Pero esta grande mujer, se la ganó al infortunio, sin nunca perder su buen humor y picardía; pero la minifalda no la aceptó.
Su frase preferida era: “La vida es un fandango, y el que no la baila es un buen tonto”.
Que su marido haya sido colega del habitante de las tinieblas les quedó claro a otro grupo de nietos, de los incontables que ella tenía.
Un día que les estaba contando parte de su vida y cómo la atormentaban la llegada de los atardeceres en su casa de campo, con ese sol que se volvía un disco de sangre detrás de los álamos del horizonte. El olor a vegas y mentas se mezclaba al croar de la ranas y a su inmensa tristeza.
Eran tan atrapadores estos relatos que cuando se sientieron los golpes a la puerta de ingreso, ningún nieto se alzó, aún embrujados por las palabras de la abuela; pero fue ella que se alzó de su sillón, parsimoniosamente, y se dirigió al ingreso, cimbreando su pesado cuerpo de cintura fina, espaldas estrechas y amplias caderas.
Cuando abrió la puerta se encontró frente a un viejecillo vestido de franciscano, que la miró desde dos ojos de carbón profundo. La abuela Emilia lo reconoció de inmediato, era su marido, al cual no veía desde años incontables.
Antes del portazo, todos la escucharon casi gritar:
-¡Satanás, vete a los profundos infiernos!
Después, pálida, pero serena y controlada, se sentó en su sillón y se quedó pensativa y ausente, como cuando regresaba de sus ataques epiléticos.
Algunos nietos se asomaron a la ventana y vieron la figura de un franciscano que se alejaba a pasos lentos, la espalda curvada por el peso de los pecados capitales y colgando del brazo una inmensa maleta negra.
Algú tiempo después llegó la noticia de su muerte. Lo habían encontrado dentro a una cuneta, completamente borracho, ahogado en sus propios vómitos y vestido de fraile franciscano, a la venerable edad de casi noventa años.
Este hábito de franciscano lo había conseguido quizás con qué contactos terrenos, o no sólo. El hecho es que esta congregación religiosa le había dado techo y comida en sus últimos años de vida, con el deber de recolectar limosnas públicas, que él hacía confluir a las arcas de ínfimos bares y oscuras bodegas clandestinas de vino. Pero ésta es otra historia.
Habíamos dejado a la abuela combatiendo en la capital contra el uso y abuso de la minifalda. Prenda que ya había hecho exclamar a algunos estetas del cuerpo femenino, frases algo naturalistas como ésta: “Una mujer hermosa, en minifalda, es el paisaje más bello que nos ha regalado la vida”.
Sin embargo, la abuela Emilia rechazaba, con severo vigor, todo juicio favorable, considerando la minifalda una perversión de la moral apostólica, y lujuria de los sentidos que precipitan hacia el vicio, sin posible cambio de ruta. Para ella estaba claro que Sodoma y Gomorra mostraban sus siluetas en horizontes bíblico, cada día con mayor nitidez.
Palabras de fuego apocalíptico esgrimía la dulce abuela Emilia, baluarte inexpugnable de esos viejos tiempos, que comenzaban a desintegrarse y pulverizarse –sentenciaba.
Para ella, era el momento de resistir y combatir, de modo que cada vez que veía a sus nietas de la capital, con la famosa minifalda, les decía:
-¡Chiquillas frescas, sáquense ese vestido indecente!
La respuesta no se hacía esperar, y era casi siempre la misma:
-¡Pero abuela, no sea enchapada a la antigua, mire que son los tiempos modernos!
El intercambio de frases, nunca iba más allá de ese ritual; pero la abuela Emilia tenía otro motivo, además, para ir acumulando adrenalina y meditando una respuesta contundente y definitiva a tanto desacato a los sentidos.
Se trataba del hecho que sus nietas colgaban sus enormes calzones en la parte central de la cuerda para secar ropa, y que atravesaba el centro del patio. Esto durante los días de lavadora; pero no contentas con esta afrenta, que ellas consideraban una simpática broma, colocaban a ambos lados de ese antiguo indumento íntimo, y testimonio de tiempos pasados, los mínimos de ellas, para acentuar el contraste y la burla.
Fue un día de sol resplandeciente cuando la familia decidió pasar el fin de semana en la playa, en busca de brisa marina y lejanía del caos metropolitano. La abuela Emilia formaría parte de la alegre compañía.
El tráfico de autos rumbo a la costa, como en sentido contrario, era bastante intenso ese día de verano. A un cierto punto la abuela, ya bastante fastidiada de escuchar esa música de “locos”, le pide a su hijo que detenga el auto, porque deseaba ir al baño.
El paisaje costero aparecía completamente desierto de bares, cafés o algo parecido donde poder detenerse. Se divisaba sólo un amplio y vacío horizonte en todas las direcciones cardinales.
El auto se detuvo al borde del camino y alguien dice:
-Métase detrás del auto, abuela, mirando hacia los campos y haga su pipí.
Pero esa solución no estaba en los planes de la abuela, la que se dirigió, con su lento caminar balanceadito, detrás del auto, pero no al costado sino a popa, y con su cuerpo completamente visible a los autos que debían superar al de la familia en paseo playero, como a los que venían en dirección contraria.
Era el marco y escenario ideal, ese que la abuela necesitaba para su fulminante respuesta a tanto desacato y relajamiento de las buenas costumbres y atropello a la tradición.
La abuela Emilia se encluquilló y alzó con decisión los refajos, enaguas, polleras etétera, hasta la cintura, dejando al aire su enorme y blanco posterior, completamente al interno de la carretera, tanto que el insólito espectáculo era perfectamente visible a las miradas de los estupefactos viajeros que se cruzaban en ese punto desde ambas direcciones de marcha.
Las nietas habían descendido, quedado tan atónitas, como rojas de vergüenza, que no sabían que hacer en propósito.
Trataron, de algún modo, de cubrir las generosas y blancas desnudeces posteriores de la abuela Emilia, que imperturbable cumplía la más líquida y natural de las funciones humanas.
-Abuela, por Dios –le gritaron las nietas- ¿Qué está haciendo, acaso se volvió loca?
-De qué se escandalizan, chiquillas, si son los tiempos modernos –les respondió-, sin un gesto en su anciano rostro, perdido en las lejanías.
De vuelta de la playa, la abuela Emilia comunicó a toda familia, que abandonaba para siempre la capital, que era –dijo-, una auténtica ciudad de corrupciones, y de comunistas.
Corría la década de los sesenta del siglo pasado. Tiempos del advenimiento epocal de la minifalda, auténtico símbolo de la belleza femenina, pero razón y causa de las rabias de la combativa abuela Emilia.

MANDRUGO
SERGIO MANRIQUEZ
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PRESO EN TU MIRADA


Aquí me quedare
preso en tu mirada
donde tus ojos claros
alzan su cascada de luna,
la luna de luz verde
de tus radiantes pupilas
la luz, la luna mía
que refleja tu hermosura,

sobre el lago azul
en el lento otoño,
tu grandeza muestra
su bosque de rosas,
las bellas rosas de planta
de mi valle sonoro,
que es un espejismo
para mis besos ciegos
en tu vientre de fuego
de avena y de trigo.

Por eso amor mío
aquí me quedare
preso en tus pupilas,
me forjare de ellas
en clorofila florido,
por tu vientre de fuego
seré desnudo trigo,
y por tus anchas caderas
un ladrón desconocido.

NEISON GAONA QUEVEDO
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LA LLUVIA.... SU HISTORIA


La vida era feliz en un pueblo cualquiera, y las flores que nacían, eran bellas. El trigo que se cosechaba era sano, fuerte y espigoso, con una luz que daba a su fin al marchitar el alba.

Los pequeños rios, relucían , se sentía gozo y alegría escuchar a los pájaros juguetear en los estanques.

Era primavera, y bajo un sauce, al albor de una noche fresca, dos sombras se encontrarón, una huía de un peligro, herido estaba de muerte, y en su persecución cazadores le seguian. La otra sombra lo acunó en sus rodillas, a la orilla del estanque.
Le lavó sus heridas y le contó cosas dulces para que no desfalleciera. A la luz de la luna sus ojos se encontrarón, y la sombra herida resumió todo lo que sintió en un "ohh" de amargura, pues le producía dolor haber encontado a la joven más hermosa de su vida a las puertas de la que sabía era su muerte.

La sombra ilesa también captó el sentir, y amó a aquella figura de rostro enjuto, cubierto de heridas y de sangre desde el momento en que posó sus manos para ayudarle.

Nunca llegarón a decirse sus nombres, nunca el amor fue consumado, más una figura llegó al borde del claro. Su perseguidor al fin le había encontrado y esperaba paciente para darle muerte. La sombra femenina que cuidaba aquel cadáver viviente lo tendió a la orilla del estanque y le susurró unas pálabras al oído.

Después se levantó, con delicadeza, se fue acercando suavemente hacía la figura del perseguidor, y con su dulce voz entonó una melodía de ensueño:

"Crees que con la tristeza, morirás con toda entereza?, el sol no se pondrá
si crees en lo que deseas, y buscas la muerte por venganza,
sabrás que la vida no te quitará, las cosas que da la esperanza.
No existe un destino marcado para seguir, intenta huir de esos sentimientos, que tan tristemente te sobrecogen. Gran guerrero eres,
tu presa esta al limite de sus fuerzas, déjala ir, o muerte ven, y arrástrame con él"


El encapuchado bajó la mirada, la figura allí sentada, solitaria emitía como una luz pálida en la plateada noche, no había brisa alguna y en aquel anochecer el bosque estaba hundido en la penumbra de un silencio sobrecogedor.

El encapuchado dudó una vez, más no dudó dos veces, destruyó dos vidas en aquel lugar, y cumplió su deseo de venganza.

Sus cuerpos quedarón en el estanque que ocultó su amor durante aquellos breves instantes de vida, y con el tiempo ellos mismos formarón parte de aquel bosque, pues aunque murierón sus cuerpos, su amor nunca murió, la muerte no lo pudo destruir ni tampoco la maldad. El deseo era tan profundo que aquellos dos seres nunca dejarón de existir, pues sus cuerpos se convirtierón en agua, se convirtieron en la lluvia, que transmite humedad a los que más lo necesitan y renuevan con esa sensación de placidez de las almas ajenas.

Cuando una nube llora, en realidad esta pidiendo clemencia por los pecados, recordándonos a todos, aquella vieja historia de dos seres que murierón, pero que más allá de nuestra vista, nos contemplan en el liquido de la vida, con todo su esplendor.

El perseguidor marchó del bosque, y nunca más se volvió a saber de él. Tuvo una vida llena de insignificancias, revolviéndose en el placer que había conseguido al cumplir su venganza. Este perseguidor nunca fue feliz, pues vivió con la convicción de que su destino estaba ya predicho, y no se dio cuenta de que los destinos son lo que nosotros vamos marcando. Este encapuchado se dio cuenta tarde de ello, cuando ya era viejo y no podía cambiar su vida ni la de los que lo rodeaban. Solamente se limitó a andar de pueblo en pueblo, de plaza en plaza, contando aquella historia de dos vidas que ahora brillan en la lluvia.

" Ese viejo perseguidor, soy yo"

gfdsa-ELISA
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lunes, julio 02, 2007

DE RAZONAMIENTO Y DE AMOR


Muchas metáforas son errores categoriales, hermosos errores que nutren la poesía pero con todo siguen siendo errores de categoría, doblemente errores: por hermosas y por errores… M. Otero.


Nada que toma forma en palabras, ideas y gestos
a golpe de razonamientos convencidos y evidencias efímeras
sostenidas en el hilo de los silogismos
derritiendo en la causalidad las esperanzas fallidas.

Laberinto de pertenencias y ausencias labradas
que conduces el cause màs pronunciado de la existencia
hormas el paso sinuoso, de riesgo y peligroso
creciendo la vida en las venas.

De la falacia huyes en genuina subsistencia
andando solo tu camino que al vuelo vas trazando
desligando contextos, esquemas y procederes
rescatando los instantes y olvidando el tiempo.

Si equivoco la ruta del amar y el pensamiento
suspiro y suelto las categorías a la ciencia
lloro y entrego las palabra la poesía
que finalmente no soy más que carne y esencia.

LUZYALEGRIA
México
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SANTIAGO-TRAN-SEX-EXTREMO


Como de costumbre Humberto, parte temprano a su trabajo, lleva su colación y el sueño eterno de conocer aquella mujer, que dibuja en su mente en las horas de ocio. Su sueño, es descubrirla en el trayecto de la mañana o de la tarde, cuando cansado vuelve a casa, sin embargo, algo ha trastocado su obsesión, y claro el tiempo y el espacio que se guardaba para él, simplemente se había desplomado, ya no era placentero andar en el Metro, de pronto era una lucha a muerte el obtener un lugar y viajar cómodamente y llegar a su puesto de júnior y disfrutar mirando las bellezas que se cruzaban en cada una de las salidas que realizaba en los tramites bancarios que su función exigía. Sin embargo, aquel lunes 12 de marzo, algo diferente había en su ser, algo que no alcanzaba a comprender…………….tal vez un cosquilleo intra-abdominal…….desconocido…..silencioso…….placentero……que hacia que su alma……cantase como alondra……………..algo bueno…va a pasar……y con esa fe en su cabeza…….atravesó los umbrales….uno a uno………la puerta principal……la calle…….el metro…..la calle nuevamente …..etéreo……. difuminándose entre el smog y el hedor del gentío matutino, su instinto lo envolvía, su mente no dejaba de pensar que ahora sí iba a encontrar a esa mujer tanta veces soñada: Baja la escalera del Metro y el sopor lo envuelve nuevamente, sus sueños de aquella mujer y el calor del anden va generando una extraña mezcla que involuntariamente convergen en su sexo abultado dentro de su pantalón, saca su ticket y se acerca a esperar el carro que por una operación matemática personal siempre es el tercer carro. Pasan los segundos y se aglomera la gente ansiosa por tener un mejor lugar y subir, de pronto el carro y como ya venía siendo desde ese lunes 12 de marzo, una lata de sardinas, mas la presencia del carro, lo despierta y se apresta a subir a como de lugar. Se abren las puertas y bajan diez personas y treinta esperan subir. Humberto, hace caso omiso de esperar que bajen los que tienen que salir y se escabulle y logra un lugar relativamente cómodo, pero de pronto una masa humana sube y queda apretado en un metro cuadrado que solo en el subte puede sumar tal cantidad de gente, a la desesperación por la situación, pues por esas cosas de la vida delante suyo quedó una mujeraza, de aquellas que mezclan lo africano con occidente, notable no más, pero por culpa del Metro, Humberto no puede observar tremendo cuerpo de mujer, si no sentirla y ensamblar su cuerpo con cada una de esas curvas que se acoplan con su perfil. Inconscientemente, su mente se conecta con ese sentimiento de encontrar ahora por fin a la mujer de sus sueños, claro nunca pensó que iba ser mulata, mas las circunstancias lo tenían ahí, la que siempre soñé, se decía y su mente volaba y también la preocupación de cómo abordarla si su cara se perdía en el frondoso y motudo cabello de la mulata. Estaba en aquellas profundas reflexiones cuando siente como una ráfaga de aire frio que se cuela en sus oídos,....
Oye chico!! córrete mas p´ atrá que esta molestando!! ..Como que tu no te das cuenta, chico!!.
Humberto, ofendido, con su soliloquio destrozado, vuelto a la realidad y herido en su orgullo de macho, le enrostra con un dejo de prepotencia...que no se da cuenta que estamos en la hora peack del Metro Señora!! que no hay espacio?, a lo que la mulata con picardía contesta… ta bien mi vida, pero corre el peack para otro lado!!...

HOMBRENUEVO
SANTIAGO CHILE
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El PATITO DE GOMA


La bañera no era lo suficientemente grande para un baño de espuma. Teresa siempre quiso tener una mayor, de esas redondas con doce salidas de agua a presión distribuidas por todo el perímetro, pero tuvo que conformarse con la que ya estaba instalada en el piso. Una bañera que en otro tiempo había sido blanca y que probablemente nunca había sentido la espalda de una mujer desnuda. Al menos desde que Teresa y Román vivían allí.

Román era un hombre de manos ásperas. Hasta la reducción de plantilla, trabajaba en la fábrica del pueblo. Pero de eso hacía ya más de 300 litros de alcohol. Con su empleo se fueron la mitad de sus sueños y la otra mitad se habían convertido en pesadillas.

Por la mañana, Teresa no podía levantarse. Reconocía esos síntomas, no era la primera vez que Román le pegaba una paliza, pero ese lunes el dolor le parecía insoportable. Totalmente inmóvil sobre la cama trataba de olvidar que su marido estaba a no más de treinta centímetros.

La niña despertó. Teresa rezó porque no empezara a llorar, pero Dios no escuchó sus plegarias. La pequeña Eva protestó por sus cinco meses de vida. Román se revolvió sobre las sábanas y empujó a Teresa.

- ¿Es que no oyes a tu niña?

Teresa trató de ponerse en pie, pero a duras penas consiguió gatear hasta la habitación contigua.

- Eva, preciosa. Shhhh... –susurró Teresa–

Haciendo grandes esfuerzos consiguió sacarla de la cuna y la llevó hasta el lavabo para darle un baño. Resonó de nuevo la voz de Román:

- ¡La niña, joder!

Al oír esa voz, Eva lloró más fuerte aún. Teresa trataba de calmar a la niña, pero no lo conseguía. Pensó que quizás se tranquilizaría con el baño, así que tiró el patito de goma sobre una de las flores desgastadas del fondo y empezó a rellenar la bañera. Tito, que así se llamaba el patito, cayó de cabeza y dejó escapar un sonido agudo. Teresa habría querido ser como Tito la noche anterior, cuando Román descargaba los puños en su cuerpo.

Tito se balanceaba sobre el agua revuelta, con su sonrisa eterna, pero Eva no dejaba de llorar.

- ¡O se calla la niña o te mato!

Teresa sentó a Eva en la bañera y empezó a pasar la esponja suavemente por su piel, pero Eva lloraba y lloraba.

- Te vas a enterar...

Ese ruido era inconfundible. Era el cinturón de Román acercándose. Presa por el pánico Teresa tapó la boca de Eva y viendo que no conseguía silenciar sus gritos sumergió a la niña en el agua.

- Ya se calla, mi amor, ya se calla...

El pequeño cuerpo de Eva dejó de agitarse. Cuando abrió la puerta del lavabo, Román encontró a su mujer de rodillas, sujetando con sus manos mojadas los pocos kilos que pesaba Eva, su preciosa Eva, totalmente inmóvil, fatalmente muda.

JAUME PONS
BARCELONA ESPAÑA
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jueves, junio 07, 2007

REFUGIO


Mansamente
como despeinando ausencias
reapareces cálido bello callado
como un tiempo capturado
lúdico mágico

El sol de los años ha demacrado tus ojos
pero tu luz aún enceguece
logras abrazar la poca paz instaurada en mis sienes
te esparces y acomodas tras mis huesos
como adueñándote de las pocas ganas que me quedan

Ya mucho tiempo andado y desandado
valles y fronteras cruzadas
y la piel ya no sostiene tanto peso
y me dejo caer extenuada
en la curvatura de tu cuerpo

tus brazos no dan tregua a la caída inusitada
me sostienes
como la madre sostiene al hijo amamantado

para no caer
para no golpearme ante la nada
otra vez.

ARIANNA
SANTIAGO CHILE
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UN BUEN COMIENZO


Debería ser un buen comienzo, el abrir los ojos en una habitación distinta, nueva. En una cama cuyo colchón no lleva impreso mi cuerpo, ni la agitación del insomnio. Una cama donde es fácil arrojar las cubiertas y saltar al piso dispuesto a recoger lo mejor del día.
Pero no es un asunto de espacio, ni de cama, ni del peso de las frazadas.
Tiene que ver con querer estar despierto, conque no hay mejor refugio que uno mismo.
Y para ello, obviamente, tengo que conocer a ese uno mismo y valorarlo.
No debe ser tan malo despertar como uno mismo si se está dispuesto a ser uno mismo.
Lo peor que podría pasar es que no nos guste uno mismo y tengamos que cambiar, es decir ser otro uno mismo.
Ese sería, después de todo, un buen comienzo.
NEWEN
SANTIAGO CHILE
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Valparaiso de los desastres.


Hoy la noticia dice que en el Puerto se terminan los trolebuses, terminan por que están en quiebra económica, es el único lugar en el país en donde funcionaban estos grandes buses que son movidos con energía eléctrica, con sus largos suspensores que permiten colocar los toma corriente en los rieles de altura, recorren el puerto en toda su dimensión, es otra de las características del paisaje, la avenida Pedro Montt, la calle Colón, Avda. Argentina, Cochrane, Avda. Francia, Condell, la Aduana, en fin todo el plan recorrido por los troles, nunca a altas velocidades, siempre atentos conductores, algo propio de Valparaíso se acaba, quedan aun los ascensores y esperemos a que la crisis también los hagan frenar y ya no suban y bajen a los habitantes de los cerros.
Desde la ventana del taller fotográfico se ven pasar las grandes maquinas, un día pasando frente a los Tribunales de Justicia de Valparaíso, pude ver otra de las cosas propias de este puerto dibujado por un pintor salgo loco, allí estaba la estatua de la Diosa de la Justicia, pero, otra curiosidad, se le cayó la venda de sus ojos, así que esta justicia tiene los ojos abiertos y aun hay mas, la balanza está cargada hacia un lado, curiosa justicia, o ¿verdadera justicia? Pero es Valparaíso.
Esa tarde llovía mucho en el Puerto, el trolebús avanzaba por la calle Colón, año 75 o 76, no lo recuerdo bien, pero si fue uno de esos largos años, un frenazo o algo hizo salir de los rieles al toma corrientes, pero algo ocurrió y quedo el bus electrificado, dentro iban unos quince pasajeros, el conductor se percata y salta para tratar de ubicar los toma corrientes en su lugar, no lo logra, no puede subir, así que explica a los pasajeros que deben saltar, no deben hacer puente entre el bus y la tierra, bajan saltando unos tres o cuatro, hasta que le toca el turno a una anciana, ella se coloca nerviosa, pide una y otra vez le explique el conductor como bajar, mueve la cabeza asintiendo la señora, pero, cuando va a saltar, se toma del pilar del bus y coloca el un pie en tierra, el conductor le grita, ella se coloca más nerviosa no hace caso, un pie en el bus y el otro arriba, se hace el puente eléctrico entre corriente y tierra, y hasta ahí llega la vida de la señora y de los que quedan arriba del bus, fallecieron electrocutados.

CURICHE
Santiago Chile
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martes, mayo 08, 2007

EL ENCANTO


Ellos se tuvieron afecto repentinamente.

Tal vez se enamoraron sin previo aviso en pleno verano.

Ella ni bien lo conoció, se dio cuenta que siempre iba a estar encantada de haberlo conocido, sus brazos eran el nido donde encontraba descanso de tiempos tormentosos de su vida y veía que siempre estarían dispuestos a contenerla y cobijarla.

El era encantador, aunque no encantara serpientes, es más, nadie se daba cuenta que era encantador, solamente ella.

Cuando caminaban del brazo ella sentía que todas las cosas eran de otra manera.

Todo se transformaba, con la voz, las cosas que decía, con la sonrisa, con los gestos de la cara; él encantaba todo lo que andaba cerca.

Sus amigos, su música, hasta los lugares que visitaban eran todos encantados.

Como que al lado de él toda la ciudad y todas las cosas tenían encantamiento.

Vivian distantes, pero el separarse, era perderse en los tiempos de cada uno, quedando intacta la magia de volverse a encontrar.

Cuando se alejaban por un tiempo, cada cual en su lugar, todo se les transformaba y volvía a ser como era.

Las esquinas eran esquinas, los semáforos eran señales sin asombro, el mar era siempre el mismo, y los días pasaban uno detrás de otro sin ningún encanto.
Cuando se encontraban volvía la magia, esa magia de encontrar cosas en común entre un elefante y una mariposa, o de creer que el elefante podía volar.

Cuando el se reía, ella veía y oía que las lámparas cantaban dulces melodías de luces, o que el viento o la brisa les decían cosas que nunca habían escuchado en todos sus tiempos.

Un día el dijo – que en realidad no encantaba nada de nada -, que cuando estaba sólo o con otras personas era un hombre común y corriente.

Le dijo que los encantamientos pasaban cuando ella estaba, mejor dicho cuando los dos estaban juntos.

Sin ella todo era como era.Le dijo eso y a los dos le vino una emoción que los dejó sin saber que decirse....................

Y quedaron encantados de haberse conocido y de quererse asi.......

Y de tener un elefante que a veces cruza el living de sus casas volando como un colibrí............................
Chilicote
Mar del Plata Argentina

LA HAZAÑA


Quien intuya de lo que hablo, bien entenderá que sólo hay algo peor a no atreverse a azotar la puerta cuando la circunstancia se olvida del presente que ya no es, que ya no nos pertenece: nunca haber imaginado la posibilidad de toparse con el siguiente episodio, un riesgo-rincón idóneo incluso, final acaso; momentáneo pleno en esa promesa distante.
Ahí vivo. Ahí siempre he vivido.
Ahí deseo vivir, vecino de esa otra luna innovando una a una mis vivencias hasta arrojarme al azar entre incógnitas constelaciones la noche prometida después del ayer.
Sólo hay algo mejor que arrancarse el perpetuo pasado latente: planear futuros “pasados” en el presente catapultado por la intuición.
Alipuso
Mexico

lunes, mayo 07, 2007

NO DEBERÍA CONTARLO


... y sin embargo un rato cada día, lo engañaría con cualquiera, lo cambiaría por cualquiera...


Si cada vez que necesito una mano, él me ofrece las dos,

Si cada vez que preciso de unos oídos, él me escucha atento...silente,

Si cada vez que me asfixio, él me abre la puerta y las ventanas,

Si cada vez que mis labios se resecan, él los humecta con sus besos,

Si cada vez que famélica me encuentro, en su cuerpo puedo posarme Hasta la saciedad,

Si cada vez que mi alma necesita alivio, él me redime con su dulce mirar,

Si cada vez que no me encuentro en el espejo, él sopla las dudas, pese al Tic-tac,

Si cada vez que amenaza tormenta, él es mi faro en altamar,

Si cada vez que retorno del éxodo fallido, él sin cuestionar celebra mi Arribo

Si cada vez que con 40º me encuentro, yo sólo nombro a Uno...

Si cada vez, es una vez diferente y , sin embargo, igual a la primera vez en Que las mariposas batieron sus alas en las panzas,

Para qué pronunciar un te amo, para qué atormentarlo con un me amas...

Mías son, todas las veces que he precisado de un cada vez,

Sin perder ni ganar, sin restar ni sumar, sin prometer ni faltar, sin Preguntas, sin respuestas,

Sin andenes en donde esperar, sin carteles de Bienvenida, sin encasillar, sin obligar, sólo darse y recibir, vivir plenamente El ahora, sin pensar en el después del después...


Nikova

Santiago Chile

EN EL PAREDON


-A fronte praecipitium a tergo lupi-


Caminaba erguido

Cada paso con firmeza
Podría ser el último camino
Ni la muerte lo confiesa…

Faltaban pocos pasos para llegar, un gallo cantaba el amanecer…las estrellas una a una se apagaban…respiraba

Frente al paredón, un segundo, una eternidad, un presente…

Observó detenidamente aquellos ladrillos perforados…inclinó su cabeza a ambos lados…

Algo podía distinguir…algo que nadie más podía descifrar…palabras…palabras…palabras antemorten…

El silencio placentero…y allí estaba…él y el paredón…nada más

A esas alturas el sol comenzaba a nacer…

Preparen…

Por fin…todo era claro…palabras ensangrentadas…frases ensangrentadas…

Inocente

Libertad

Malditos

Justicia

Ayúdame señor

Amen

Perdón

Apunten

Miles de palabras…miles de imágenes…súplicas…ese muro era claramente un testamento…Algunas luces se encendieron…

Un espacio en blanco detuvo la mirada…

El mundo volvía a él…antes de volver la vista pudo leer…

eternidad

Fuego…

-Un precipicio al frente y los lobos a la espalda-


Wara
Santiago Chile

domingo, mayo 06, 2007

LA AZOTEA


Y sentada en la azotea se quedó, mirando fijo al oriente, escuchando como se diluían los dos peces de hielo en aquel Whisky on the rock, los últimos acordes de Sabina se extinguen........ hacía frío, el viento golpea fuerte ahí arriba, no había luna, ni estrellas, ni sueños, ni ná, claro.........la vista aún estaba al oriente. La tristeza es una maraca cu.......(no no no no, eso es un poema de newen), es verdad, no te deja ver, ni oír, ni oler, más que en su dirección, la muy.........Un estornudo la remeció y la hizo volver la cara 45º a la izquierda, al norte.... (la primera coincidencia diría Milan), que extraño, llevaba ya varias horas pensando que estaba sola ahí. Aclaró un poco la voz, sin que aquella presencia lo advirtiera secó rapidito con la manga de la blusa sus ojos…Hola!- Hola………¿quién eres? Yo poh…- ¿poh? …Ajáaa, es que no te había visto. Jeee- ¿Quieres una nieve de limón? Quéeeeeeeeeeee?????- Este…………un helado de vainilla.. Aaaaaaaaah, bueno, pero prefiero de frutillas.- ¿Fruti quéeeeeee? Me gustan LOS TRES- a mí EL TRIEstos bototos café, son mi único tesoro material.- Quiero conocer Praga Defiendo los tildes a morir, aunque mi jefe dice que pasaron de moda.- Bukowsky, Kafka, Miller, Dostoiewski, Vasconcelos. Leo 100 años de redundancia- ¿sabes qué hacía Dalí para vender sus cuadros cuando nadie lo conocía? ¿sabías que mi cordillera es lo más bello del mundo?- 3 cajas con borradores, en el cuarto de triques. Los pájaros cantan en Pajarístico.- según el libro de Urantia …Que linda debe ser la casa azul de Frida.- Xóchitl significa flor en Náhuatl Mira…toi aquí….casi al frente de tu casa, con un sobre amarillo en la mano y un son habanero de fondo……¿me ves?- Cuanto puede sentirse en Diecisiete Segundos……te los regalo. Ay ay ay………parece que te quiero cuarenta.- Siento un cálido viento Austral…Y yo ñáñaras. Oye……¿cuánto tiempo llevamos platicando?- A ver… … … … …exactamente, dos años. Guaaaaaa!!!, ya no tengo frío, los bototos están más gastados, pero el día es luminoso, el lenguaje se ha mezclado, las intuiciones con cara de certezas se materializan. EY!!!!, PSSST!!!!!……...¿SERÁ QUE SE PUEDEN BAJAR DE UNA VEZ DE AHÍ?, MI HERMANO Y YO TENEMOS HAMBRE, LAS FAMILIAS NORMALES ALMUERZAN A ESTA HORA………SERÁ QUE PODEMOS POR UN DÍA EN LA VIDA……………Jajaja, órale chamaca, pos que ya me bajo, voy por tus chilaquiles, deja de reclamar………y baja la música, que tu hermano lee y ya sabes lo que le causa a tu má escuchar a Led a ese volumen. -------- o ---------"There's a lady who's sure all that glitters is goldAnd she's buying a stairway to heaven(And) when she gets there she knows if the stores are all closedWith a word she can get what she came for......"

La-negra-chilena
Santiago Chile
http://www.loscuentos.net/cuentos/link/280/280684/

EL HEROE

Una boina roja sobresaltaba patéticamente en su oscura cabeza, su mano derecha empuñaba una mágnum 357, mientras sus piernas desplazaban vertiginosamente sus miserables neuronas y sus indeseables vísceras a esconderse tras al paredón lateral del Puente Llaguno. A lo lejos, más allá o más acá creyó descifrar los lamentos de mujeres y hombres: ¡Han herido a Luis, creo que está muerto! ¡También Carmen está herida! ¡Dios mío qué horror tan grande sucede en mi patria, es el fruto del odio de una lucha fratricida de hermanos contra hermanos!. ¡Qué sarta de estupideces expresaban sus enemigos!... Ya su respiración, comenzaba a bajar a un ritmo medio; habían transcurrido apenas unos minutos de haber disparado desde arriba del puente a los manifestantes que esperanzados habían congestionado la avenida del fondo, pero que sólo lograron bombas lacrimógenas, confusión y sangre. Los proyectiles de su arma se habían agotado, pero no así su sed de embestir, atacar y exterminar, aquella manifestación de “escuálidos” inconformes, que jamás lograrían vencer a su presidente. En medio de su indescriptible estado emocional, oscuras ideas de grandeza se agolparon en su mente: “Yo no debería estar escondido, ¿por qué estoy detrás de este paredón? He hecho lo necesario para defender mi revolución, toda esta gente alocada e irrespetuosa con nuestro régimen, lleva la terrible intención de recuperar la antigua república democrática… ¡soy un héroe!, tal vez llegue a ser condecorado por mi actuación en este día.”Hurgó en sus bolsillos, con desespero, esperando encontrar un cigarrillo de aquellos efectivos que preparaba su compadre Leopoldo, para celebrar ese momento de extraña gloria interior y calmar el torrente sanguíneo que golpeteaba sus sienes, y sólo encontró su cédula de identidad… la observó fijamente, se había mojado con el ron de su botella quebrada por algún movimiento brusco… pudo palpar los restos del vidrio… estaba completamente destruida… aún logró leer el nombre de su convulsionada patria: República... Pero su propio nombre ya no se leía, el plástico estaba partido, quiso recordarlo rápidamente, pero éste, inexplicablemente, se había escapado de sus recuerdos de ese instante. ¿quién era, cómo se llamaba, en qué trabajaba?... De repente se repitieron en su cerebro algunas palabras que su hija le había dirigido en la mañana: Papi, papi, no olvides que mi cumpleaños será el 19 de abril… Y todo el interior del carnet estaba impregnado de un color púrpura que fluía y chorreaba… ¡sus manos estaban llenas de sangre!.Derecho de autoría en el Registro de la Producción Intelectual de la Dirección Nacional de Derecho de Autor (DNDA), adscrita al Servicio Autónomo de la Propiedad Intelectual (SAPI).LOS HECHOS REALES, QUE SIRVIERON DE INSPIRACIÓN A ESTE CUENTOEnmarcado en fuertes protestas y una huelga general convocada por Fedecámaras, que duró más de tres días, el 11 de abril del 2002, el mando de la oposición venezolana, convocó a una marcha que fue desviada eventualmente hacia al Palacio de Gobierno ubicado en Miraflores (Caracas). Alrededor del mismo se habían congregado simpatizantes de Hugo Chávez, y cuando ambos bandos se encontraron, se produjeron enfrentamientos. Fueron desplegadas las fuerzas armadas contra el pueblo y la sangre se sembró en la patria. A través un vídeo tomado sobre tales hechos, se observan en el Puente Llaguno, varias personas civiles accionando armas de fuego, disparando a la manifestación de seres humanos que pasaba por debajo del pasadero. Hubo muchos muertos, fue una masacre. Estos criminales son los famosos "pistoleros de Puente Llaguno". Ante tan lamentables hechos, sobrevino en Venezuela un vacío de poder, originado por la renuncia de Chávez, de su vicepresidente Diosdado Cabello y por el desconocimiento de algunos militares. El Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela dictó el veredicto de vacío de poder a lo sucedido el 11 de abril, sentencia anulada posteriormente, el 4 de abril con la reincorporación de Hugo Chávez. El video de Venevisión recibió de parte del Estado español el premio internacional de periodismo Rey de España. El gobierno, por su parte, posteriormente lo editó y manipuló los hechos desvirtuando la información para que fuera vista de manera distinta en el mundo entero. Estos asesinos fratricidas, han sido censurados por el pueblo, sin embargo, los entes oficiales del Gobierno de Venezuela los ha proclamado "héroes" que "defendían la revolución", de la masa popular que protestaba a Chávez, pacíficamente y sin armas.

OCURRIÓ EN SAN TELMO.


En el borde sutil de tus pestañas, dónde la mirada asoma incandescenteme atrapas y cuelgo indefensamente balanceándome al antojo de tus lágrimas.
· Niña, corra que ya viene el cortejo –
La voz quejumbrosa de la anciana Nana atravesó los largos pasillos que bordeaban el verde patio de la casona de San Telmo. La puerta de una de las habitaciones se abrió rápidamente dando paso a una joven envuelta en sedas con un velo de novia ocultando el rostro y un ramo de rosas sangrantes entre las níveas manos. Su figura alta y elegante se deslizó erguida y veloz por la galería, atrás corría una modista afanosa, tratando de dar el toque final a la larga cola del majestuoso traje. Del ángulo más dulce de tu bocarobo el néctar precioso de una lágrima te reconozco entre todas, la elegida la virgen pura que mi corazón ansía. Ahora soy sombra entre las sombras, pegado voy a tu figura, y en cada cosa que te nombra, nace y muere un mundo de ternuras.
Esta historia empezó con tres entierros y acabó con el mío cuando en el verano de 1900 la locura nos jugó una mala pasada, trayendo la muerte galopando el potro de los celos. Amor que engendra odio, odio que trae muerte. Amor enfermo. Ni tan cerca del amor ni tan lejos del odio, el color de tu piel entre mis manos se vuelve nácar y el rojo carmesí de tus labios entre mis labios, clama venganza.
- Niña, niña, que no se vista de novia para despedirlos, que todo ha sido fatalidad –
La Nana lloraba tras su pálida ama que gemía tránsida de dolor abrazada al primer ataúd que depositaron a sus pies. El de su novio, el hombre con el que iba a casarse ese mismo día. El cortejo silencioso depositó en el suelo, a un costado del féretro de su amor, dos más, el de su padre y el de su hermano. Todos habían muerto por defender su honor. Los hombres, enmudecidos por la impresión que tanta desgracia les producía, sólo atinaron a sacarse los sombreros en señal de respeto. Los féretros fueron destapados uno tras otro. La joven, como en sueños, depositó un tierno beso sobre la frente de su padre y su hermano y, sobre los labios de su amante dejó entre lágrimas, el más dulce y eterno beso, hasta caer muerta sobre su pecho. Cuentan que la joven murió en el beso, les aseguro que eso es verdad, porque el mío fue el cuarto entierro y desde entonces vago pidiendo que aquellos quienes nos sentenciaron paguen con sangre tanta maldad. La historia cuenta también, que al dar las doce de la noche del fatídico día, un hombre desesperado se arrojó al vacío desde la torre de la iglesia del viejo Barrio. Nadie acudió a su entierro, ni sus propios cómplices, quienes fueron muriendo misteriosamente acosados por el fantasma de sus crímenes.


Gmmagdalena.
Argentina.

LA ESPERA.


Me despierto sudando, la sensación de angustia hace que me cueste respirar. Vuelve a pasar, la misma pesadilla; aquella tarde mamá estaba en el baño cuando sonó el teléfono, descolgó y pronunció aquel nombre, terminó llorando porque siempre que hablaba con él lo hacía. Le pregunté si le dolía algo, me dijo que sólo había estornudado y por eso lagrimeaba, lo cierto es que no la vi estornudar. Me preparó la merienda, me vistió, alisó mi rubia melena y la recogió con un adorno. Después me besó la frente.
-Hoy conocerás a papá, viene en tren de ese viaje del que ya hemos hablado.
A media tarde llegamos a la estación, había mucha gente, el ruído de los trenes se mezclaba con el alboroto de pasajeros. Mami dobló un papel que puso en mi mano obligándome a cerrar el puño.
-Quédate aquí sentada, cielo, guarda bien la nota que tienes en la mano y no te acerques a las vías del tren, son muy peligrosas.
La seguí con la mirada durante un rato hasta que se mezcló con el bullicio y desapareció. Esa fue la última vez que vi a mi madre, a mi padre no llegué a conocerle. Me mantuve inmóvil como ella me había dicho, mirando absorta las vías del tren, hasta que un señor vestido de azul con gorra se me acercó e hizo muchas preguntas, no contesté. El abrió el puño que con tanta fuerza yo mantenía cerrado y leyó la nota, con voz penosa me preguntó si me gustaban las sirenas y yo asentí.
- Las haré sonar para ti- me dijo mientras subíamos al tren.
Me llevó a casa de mi abuela. Cuando me despierto con la pesadilla llamando a mamá, mi abuela viene a tranquilizarme, entonces le pregunto por mi madre, ella se enfada pero luego estira el ceño y me dice que duerma. Me besa y cuando cree que duermo, va por el pasillo entre sollozos murmurando algo sobre una tal lástima que no pensó más que en ella, entonces se acuerda de mamá y reza para que vuelva con nosotras.
Claraluz.

Islas Canarias, España.

http://www.loscuentos.net/cuentos/local/claraluz/

UNA VISITA INESPERADA

A las cuatro de la tarde abandono el trabajo agotado, destrozado, hecho polvo. He atendido ocho horas sin pausa y con paciencia las llamadas telefónicas de un motón de energúmenos histéricos. Camino hacia el metro bajo un cielo triste. Una palio gris cubre la ciudad que aguarda soñolienta la remota llegada de la primavera. Detesto viajar en metro. No soporto los rostros de la gente, esas miradas vacías, de derrota; y sin embargo agresivos, al acecho, irritados por las amenazas que supura el miedo. Viajo cinco estaciones y salgo aliviado de aquel sótano atestado de silencios y amargura. Ando presuroso el último trecho que me separa de mi casa, ansioso por irme a pasear con Cook, mi perro. Es lo único que me relaja después de tanto trabajo. Tengo ya las llaves en la mano cuando me doy cuenta de que la puerta de mi apartamento está entreabierta. Un sudor helado se desliza por mi frente de piedra. Tal vez ladrones pienso espantado y ruego que no le haya sucedido nada al perro. Sin saber aún que hacer escucho de pronto una voz melodiosa que me habla desde el otro lado de la puerta:
-- ¡Venga Eduardo, entra ! ¿ A qué esperas?-- y añade, -- Mira que el café se va a enfriar.
Abro la puerta despacio y voy hasta la cocina. Me encuentro con un hombre de edad indefinida, rubio, de ojos azules, bien parecido, vestido de un blanco luminoso que me sirve un café mientras con la otra mano le ofrece una galleta a mi perro, que de contento no para de mover la cola. Me pone un taza entre las manos que yo acepto todavía con la boca abierta.
-- Ten ¿ Pero qué haces ahí parado? Anda, vete al salón que está esperando el otro pesado.
-- ¿ Qué otro...? -- logro balbucear.
Recostado en el sofá mirando la televisión, mi televisión, está sentado un tipo de aspecto siniestro, alto, delgado, con un pullover negro de cuello alto, de aspecto triste que cambia aburrido de canales. Este segundo personaje me dirige la palabra sin dignarse a echarme una ojeada:
-- Ven Eduardo, siéntate. Obedezco. A continuación aparece el rubio con mi perro trotando detrás suyo y se sienta a mí lado. Yo me achico empotrado ente los dos.
-- Qué tristeza, sólo miseria y dolor en este mundo -- exclama afligido el personaje sombrío que sólo muestra interés por las noticias más lúgubres.
-- Venga, venga. No seas aguafiestas. Si la gente no se desmadrase nos quedaríamos sin trabajo -- responde chistoso el rubio.--
El otro le lanza una mirada furibunda que sólo escupe reproche. No dejan de observarse. Es un duelo. Miden fuerzas, hasta que por fin ambos centran su atención en mi persona. El uno con la mirada clara, transparente, entre amable y burlón. El otro, profundo, con aquellos ojos oscuros que brillan como dos ascuas de fuego negro. A estas alturas ya no me extraña haberme encontrado con dos desconocidos en mi casa. Tampoco me maravillo de que Dios y el Diablo hayan tenido tan grata ocurrencia, como si se tratase de la visita inesperada de dos viejos amigos. Lo único que aún me sorprende es que no pueda distinguirlos. No sabría decir quién es el uno y quién es el otro.



Churruka


Barcelona España/Alemania